¿Qué dirán los historiadores del futuro cuando estudien a las mujeres mexicanas del siglo XXI? Probablemente iniciarán analizando la cantidad de mujeres a lo largo de la historia. Ellos y ellas se darán cuenta que para el 2018 la población de mujeres ya ascendía a los 63.35 millones, representando el 50.2% de la población total en el país.
La mujer del siglo XXI es al feminismo como la mujer del siglo XX era al sufragismo. Ambas consideradas rebeldes. Rebeldes por defender sus derechos y los de sus compañeras. Rebeldes por aspirar a más.
Actualmente vivimos en un país con alerta de género. De acuerdo a información expedida por el gobierno mexicano, cada día mueren tres mujeres víctimas de feminicidios. Y en un país en donde resulta más importante el resultado del partido de futbol que el hecho de que nos estén matando por el simple hecho de ser mujeres esto resulta mucho más alarmante.
Estadísticas de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) informan que entre el 2007 y 2017 se realizaron 124 manifestaciones en pro de los derechos de las mujeres. Las mujeres del pasado salieron a las calles a luchar por su derecho al voto, trabajo y derechos reproductivos, hoy en día las mujeres se manifiestan en búsqueda de la equidad de género en todos los aspectos. Movimientos como #MeToo, #Time’sUp, #NiUnaMenos y #AcosoEnLaU cobran vida para ser parteaguas de una nueva ola del feminismo que llegó para terminar de romper paradigmas, una nueva ola de feminismo compuesta principalmente por jóvenes estudiantes que aprendieron que calladitas no se ven más bonitas y que su voz es su principal arma ante las injusticias.
Al estudiar a las mujeres mexicanas del siglo XXI, los historiadores se darán cuenta que fuimos mucho más que nuestros obstáculos, mucho más que el miedo, y sobre todo mucho más que el sistema en el que vivíamos. Los historiadores sabrán entonces que, nosotras, nietas de las sufragistas, también fuimos guerreras. Y así como nuestras abuelas, nosotras también hicimos historia.
Artículo publicado originalmente en Noise Magazine: https://bit.ly/2RYKPc2
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Ya hablamos mucho sobre niños bien, niñas bien y hasta low key nos identificamos un poco con algunas de las situaciones que platicábamos porque let’s face it, ¿quién de nosotros no creció con escuchando y/o presenciando situaciones clasistas, discriminatorias, machistas…. ? Should I continue?
No es sorpresa que en una ciudad como Monterrey que BRILLA (sobre todo en los últimos días) por su conservadurismo y por ende machismo, saber de niños y niñas “bien” sea (como diría cualquier baby boomer) el pan de cada día. Si bien nuestra ciudad se jacta de ser moderna, industrial, tecnológica y sobre todo, de producir a más ingenieros que cualquier otra, en el ámbito social nos falta y BASTANTE.
En nuestra vida, es muy probable que hayamos escuchado a algún “mirrey”, (dueño de una start up financiada enteramente por su papá), decir que los pobres son pobres porque quieren. Lo que no sabe Rodri es que la burbuja en la que vive no le permite ver más allá del privilegio que goza y que vestirse con la bomber jacket de “Mexico is the shit” no hace nada por cambiar la situación política, social o económica del país.
El gobierno y los políticos también hacen de las suyas, en la última edición de #MonterreyViveEnElSiglo X, el 15 de Octubre, el Congreso del Estado de Nuevo León decidió aprobar, con solamente 5 votos en contra, la mal-llamada “objeción de conciencia” en la Ley Estatal de Salud. ¿Qué significa esto? Los “profesionales de la salud” podrían negar sus servicios a personas de la comunidad LGBT+, indígenas, migrantes, mujeres que desean terminar con su maternidad, y a grupos marginados en general bajo la justificación de creencias éticas, morales o religiosas. Así como lo escuchan, las personas que se supone “deben de cuidar de nuestra salud” son las mismas que podrían negarse a hacerlo por el simple hecho de que su manera de pensar no vaya con nuestra manera de vivir.
Otros que también viven en no sé qué siglo son los integrantes del Frente Nacional por la Familia que, si bien no son exclusivos de Monterrey, sí cuentan con una población significante en nuestra ciudad. Aquí la situación es un poco más confusa porque si nos basamos enteramente en su nombre, las acciones realizadas por el grupo no tendrían porque representar nada negativo, pero tristemente, la realidad es otra. Aquí mis compañeros conservadores argumentan que la ideología de género daña la “inocencia de los niños” y sobre todo argumentan que la familia es la “natural” (como ellos le dicen) y está conformada entonces por papá, mamá e hijos. A todas esas personas, yo les digo (como bien lo dijo la nueva campaña publicitaria de la Casa de las Flores): #NoTeMetasConMiFamilia.
Podría continuar con muchos más ejemplos de situaciones, ideologías u organizaciones que impiden que nuestra ciudad de verdad avance y progrese como lo podría hacer pero creo que con los mencionados tenemos una visión bastante clara sobre la situación en Monterrey y el país. Aún así, en medio de tantos niños y niñas “bien” hay muchísimos otros que sí se cuestionan constantemente y están luchando por lograr un mundo mejor. Es gracias a todos ellos que hemos sido testigos de grandes cambios en nuestra ciudad y país a lo largo de la historia. Esas personas rebeldes fueron las que obtuvieron el voto para las mujeres, fueron aquellas que también lograron legalizar el matrimonio LGBTQ+ en varios estados de nuestro país y son también aquellas personas que, no se quedan calladas ante las injusticias y deciden alzar la voz por lo que creen para, finalmente, cambiar la historia.
Artículo publicado originalmente en Noise Magazine: https://bit.ly/34YXOA8
Los niños bien tienen etapas de vida similares entre aquellos de su especie: nacen, crecen, estudian ingeniería, se reproducen y mueren. Ellos están seguros de su status de superioridad y lo defienden ante quien se atreva a cuestionarlo. Son especialmente vocales en conversaciones en redes sociales pero dicen por ahí que los debates en persona no son su fuerte.
Al hablarles sobre perspectiva de género no pierden la oportunidad de verbalizar la palabra ‘feminazi’ o de utilizar a la biología como su argumento principal. Ellos dicen aceptar que las mujeres ingresen al mercado laboral pero no están muy seguros de que sean las personas más capaces de tomar ciertas posiciones, después de todo por algo son consideradas el sexo débil.
Los niños bien son heterosexuales (por supuesto), y consideran importante que todos lo sepan. En ocasiones demuestran su aprecio hacia sus amigos (niños bien, claro está) pero no olvidan agregar al final la frase ‘no homo’, no vaya a ser que sus intenciones sean malinterpretadas.
Los niños bien, en sus propias palabras, buscan a una niña bien para “sentar cabeza”. Si bien todas las otras niñas no clasificadas como bien resultaban interesantes para un mes o dos, ellas no son lo suficientemente “buenas” como para ser consideradas material digno de matrimonio. Ellos buscan a una niña que sea pura, que no diga palabras altisonantes, que sepa cocinar, quiera tener hijos y sobre todo que conozca su lugar en la relación.
Los niños bien de la actualidad se parecen mucho a sus abuelos los baby boomers. Si bien no coinciden en todo o con todos aquellos pertenecientes a dicha generación, ambos tienen ideas similares sobre el género, la familia, el aborto y su vida laboral: géneros solamente hay dos, la familia es la tradicional (papá, mamá e hijos), el aborto ni pensarlo y salirse del status quo y estudiar algo creativo, o como ellos lo llaman femenino, resulta abominable.
Los niños bien son niños bien por el mero hecho de seguir las tradiciones y no cuestionarse lo que los rodea, ya que cuestionarlo implicaría un proceso de pensamiento mucho más largo al que están acostumbrados y si algo no les gusta a los niños bien es que los hagan salir de su zona de confort.
Artículo publicado originalmente en Noise Magazine: https://bit.ly/2KpzOMV